30 de junio de 2009

De todo lo que se puede decir acerca de César


No lo puedo decir todo, no bastan las letras que se arremolinan en mi cabeza tratando de formar palabras y salir abruptamente de mi corazón o estómago, o donde sea que se guarden esas emociones, pero aquí transcribo algunas de las cosas que sí puedo decir acerca de mi amigo:


CÉSAR AUGUSTO DOMÍNGUEZ ORTÍZ

Comitán de Domínguez 1954 – Tuxtla Gutiérrez 2009.


Promotor cultural y escritor subterráneo. Lector voraz de poesía, cuentacuentos y deshacedor de entuertos. Dedicó sus últimos diez años a la promoción de la lectura, llevando alegres historias a quienquiera que prestara sus oídos a su polifacética voz acostumbrada a la lectura en voz alta. Niños, jóvenes y adultos, ancianos, promotores de lectura, bibliotecarios y maestros fueron tocados por su magnífico talento de hombre de letras, narrador oral y encantador de hombres y mujeres, a quienes seducía contagiándoles el amor por los libros, su pasión por la lectura. Fallece, a la edad de 55 años justo antes de salir con rumbo a la selva para compartir con otros un poco de poesía y buenos libros. Llevaba consigo aquél morral de piel que lo siguió a todos lados, mientras recorría Chiapas de orilla a orilla. Caminar en el campo y sus comunidades era un gran deleite para él; platicar con la gente y conversar con las estrellas era uno más de sus pasatiempos. Fue un quijotote comiteco, chiapaneco orgulloso de sus raíces, de la sangre… Ciudadano del mundo, poblador de los sueños y las fantasías. En sus textos nos hallamos con un lenguaje aparentemente regionalista, pero que en realidad es una combinación de vocablos tanto comitecos como propios del caló mexiquense, adquiridos durante los años que vivió en el Distrito Federal; lo que lo convierte en un lenguaje original. El humor, el sarcasmo y la crítica social son elementos constantes en su obra; misma en donde encontramos mayormente los temas del amor, la crítica a nuestros sistemas de gobierno y organización social, el erotismo y una frecuente relación de acontecimientos diarios narrados de manera fantástica.
Leyendo en las esquinas, en los bares, cocinas económicas y cafeterías, llevó consigo a todos lados un libro que supo compartir con el vecino, el amigo, el vendedor de chicharrines y la niña que siempre le ofreció caballito, turulete y semita. Se va pues, nos deja con el gran gusto de haberse aparecido en nuestras vidas, con la carcajada del recuerdo de sus ocurrencias, con todos sus cuentos y poemas, con la certeza de haber hecho siempre lo correcto, de mantenerse firme en sus convicciones, de no venderse jamás a nadie y continuar a pesar de las adversidades buscándose hasta que él mismo decidió convertirse en energía y regalarse a todo el mundo para quedarse con todos en todas partes.

6 comentarios:

Javoc dijo...

le gustaba un chingo platicar con las estrellas, yo lo vi. el año pasado y cuando fuimos piratas españoles en 1660.

Eduardo Hidalgo dijo...

Lo siento mucho, amiga. Lo siento mucho.

°J°e°a°n° dijo...

Que pena tan grande, lo lamento.

Pero segura estoy que ya es una leyenda.

Tonalli: Casa del Sur dijo...

es cierto, recuerdo lo de ser piratas en 1660 también. Quizá de nuevo nos reencontremos en el 2660 0 en 3009, qué se yo...

Tonalli: Casa del Sur dijo...

Jean y Lalo:

GRACIAS por sus comentarios.

Unknown dijo...

Me hubiera gustado conocerle, por lo que narras era un ser extraordinario.
Que pena, saludos !!

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