Cosas de la burocracia

Uno lucha porque quiere pintar el mundo de colores; y se arma de pinceles, bata, pinturas, acuarelas y gises, luego busca una pared para colorear y pide permiso, y resulta que el dueño de la pared quiere que pintes flores y soles saliendo de entre dos montañas… tú explicas y le haces un bosquejo, un borrador. Por fin crees que te entienden, tienes permiso para arremeter contra el blanco. Comienzas y entonces… -¿y si le pones una mariposa por aquí?, ¿porqué no le dibujamos (“amos”, ahora ya es plural el asunto) un ruiseñor?, y de un rato a otro, el propietario de la superficie es todo un experto en arte, no más por tener el privilegio de poseer una pared blanca en la cual se puede crear; y tú te dices “¡si yo tuviera mi pared…” Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia…