17 de agosto de 2007
TARDE
Qué resquebrajado el olor de la tarde
empecinado en convertir el silencio en horas
en palmos de camino por las nubes
Qué caricias del dolor sobre la espalda muda
la que cosquillea en la lengua
soltando el látigo pesado de la arena de los días
Mis pasos por el sol en el abrupto sosiego que germina
no son olas, son remolinos
cráteres de volcanes sosegados
soliloquios espinas
cruz de la aurora matutina que se arremanga en mis pies
esos que no caminan sobre piedras ardientes
sobre el fuego de las naves viajantes
sobre los vidrios rotos de la esquina
donde da la vuelta el día y se persigna
Desmayo de rosas sin agua
marchitas
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